Citrus × aurantium L.
RutaceaeCuenta Antonio Pigafetta cómo naranjas y limones se encuentran entre los frutos comestibles de los nativos de las actuales islas Filipinas. A su vez, en Borneo, unas flores que él identifica con el azahar se encuentran acompañando ciertas raíces que mascan sus nativos. Posiblemente no fueran limones o naranjas como las que había por entonces en la Baja Andalucía y en localidades como Sanlúcar, lugar de origen del viaje, las que vio el cronista italiano en el viaje, pero no deja de ser una sensación de reencuentro lo que anima a llamar por nombres conocidos los exóticos cítricos que en aquellas islas vio.
Lo cierto es que el origen del género Citrus está en el Sudeste Asiático, no lejos de esas islas. Los árabes los introdujeron entre sus cultivos predilectos especialmente por su valor ornamental. Esta cultura generó una vasta red comercial que en determinados momentos de la Edad Media cruzaba toda Eurasia, empezando por al-Andalus al sur de España en Occidente hasta el Extremo Oriente, con sultanatos como el de Brunéi con el que se encontraron los expedicionarios de Magallanes, por lo que bien contribuirían a la expansión de cultivos como los cítricos.
De todos los cítricos son especialmente los naranjos árboles muy asociados a las posesiones, no solo sanluqueñas sino en general andaluzas, de Antonio de Orléans, duque de Montpensier. La pasión del aristócrata por estos cultivos y por la agricultura y la jardinería, no siempre fue bien vista por la población española, que aprovechó esta particular afición del duque para apodarlo despectivamente como "el naranjero". En cualquier caso, las plantaciones de naranjos fueron un distintivo de las tierras pertenecientes a los Montpensier, plantaciones que conformaban una fértil huerta cuyos frutos servían para el consumo de la familia y para la explotación.